dijous, 28 d’agost del 2014

Al nuevo arzobispo de Valencia (Religión Digital, 28/08/2014)

Querido hermano y obispo Antonio: el papa Francisco lo ha nombrado nuevo pastor de esta Iglesia diocesana, bendecida con la presencia de San Vicent Ferrer y de San Vicent mártir, de San Lluís Bertran, Santa Teresa Jornet y Santa Miquela del Santísimo Sacramento, de las Beatas Pepa Naval y Agnès de Benigànim, de Sant Francesc de Borja, San Pere Nolasc, San Pasqual Bailon y Santo Tomàs de Villanueva, de los Santos Bernat, Maria y Gràcia y también del canónigo Josep Espasa.
Como nuevo pastor de la Iglesia valenciana, me gustaría que nos ayudara a hacer de esta comunidad de discípulos de Jesús un espacio de comunión y de esperanza, de diálogo con el mundo moderno, con la cultura y con los que están en la frontera de la fe. Sin excluir nunca a nadie, con una actitud de acogida sincera y fraterna.
Atento a la fuerza del Espíritu, sea un hombre bien humilde, fiel al Vaticano II, amigo de los pobres y servidor de ellos, alejado de los instintos de "hacer carrera", ejemplo de sinceridad y de bondad. Un obispo pastor que anime la fe de los cristianos valencianos y que proclame con valentía la fraternidad, la justicia y el amor que nacen del Evangelio. Sea servidor y no amo de esta comunidad diocesana, ya que como nos ha recordado el papa Francisco, los mensajeros del Evangelio han de ser "buenos servidores, no buenos amos" (24.02.14). Y también: "Un obispo que no está al servicio de la comunidad no lo hace bien" (27.03.14)
Sea también, obispo Antonio, un hombre libre, vestido de las bienaventuranzas, defensor de la verdad y de la libertad, más sensible al papel de la mujer en la Iglesia, y respetuoso con las culturas y lenguas minoritarias. Ya sabe que la lengua de los valencianos (incomprensiblemente) desde tiempo inmemorial continúa marginada por la jerarquía de la Iglesia valenciana. Normalice y promueva nuestra lengua en la liturgia, en la Facultad de Teología y en el Seminario, para que la lengua de San Vicent Ferrer y de la beata Pepa Naval sea lengua de oración, de celebración y de predicación.
De la misma manera que en su servicio episcopal se hizo abulense con los cristianos de Ávila, granadino con los de Granada y toledano con los de Toledo, ahora sea valenciano entre los valencianos. Solo pedimos poder celebrar nuestra fe en la misma lengua que hablamos con nuestros padres y con nuestros hijos.
No se case ni se alíe con el poder y denuncie con valentía la injusticia de los poderosos que han cerrado RTVV, asfixiando la libertad de expresión. Denuncie a los poderosos y a los corruptos que utilizaron y se aprovecharon de la visita del papa Benedicto XVI para hacer negocios sucios. Denuncie también a aquellos que dejan desamparados a los enfermos dependientes y a los ancianos. Sea siempre, como nos enseñó el añorado cardenal Tarancon, un hombre libre, sin ataduras con el poder político o económico, sin calificar una opción democrática de la forma de Estado como bien moral y descalificar otra opción, también plenamente democrática.
Acoja también las diversas sensibilidades teológicas sin miedo al pluralismo, sin caer en posturas de un uniformismo que siempre es estéril.
Si el papa Francisco nos ha recordado que "un obispo no es obispo para si mismo, lo es para el pueblo" (15.05.13) sea siempre heraldo y mensajero del Evangelio desde el servicio, no desde el poder. Porque una Iglesia que no sirve, no sirve para nada. 
Desde la cátedra de la Sede de València ayúdenos a construir una Iglesia diocesana que sea una comunidad sencilla y pobre, como Jesús enseñaba a los sus discípulos como habíamos de ser: "No cojáis nada para el camino, ni bastón, ni zurrón ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas" (Lc 9:3)

Querido obispo y hermano Antonio: en medio de nuestro Pueblo, sea un pastor sencillo y atento a los signos de los tiempos, un pastor cercano a la gente, afable y amable, sobretodo con los marginados, con los pobres y con todos los que sufren. Sea un pastor solícito por el pueblo que Dios le ha confiado, para que así, con amor y dedicación pueda acompañarnos en el camino de la fe.

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