El mes de marzo de 2010, Juanjo Enrique-Tarancon, sobrino del cardenal de Borriana, en un gesto de generosidad, trajo a Montserrat el Archivo del Cardenal Tarancon, para que lo digitalizáramos, y así poder tener una copia de estos importantes documentos.
La vida de Tarancon, el cardenal del Concilio y de la Transición, estuvo guiada por el deseo de reconciliación entre les dos Españas, enfrentadas por la guerra civil. Vicent Enrique i Tarancon fue un hombre que guiado por el Evangelio, fue signo de comunión y de paz el seno de la Iglesia y también en el Estado español, durante los difíciles años de la Transición.
Museu Cardenal Tarancon
Tarancon fue un obispo que nunca se "casó" con ningún partido político, sino que defendiendo la independencia entre la Iglesia y el Estado, supo respetar el pluralismo y la diversidad de opciones políticas, manteniéndose por encima de los partidos, sin favorece a ninguno de ellos. Aún más: cuando durante la Transición se intentó crear un partido democratacristiano, apoyado por los obispos, Tarancon se negó a participar en esta operación, e incluso la desaconsejó. Tarancon, con gran clarividencia, no quiso nunca que la Iglesia se identificara con una única opción política.
Como recordaba el obispo Ramón Echarren, auxiliar de Tarancon en Madrid, "el cardenal Tarancon había aprendido a valorar los ambientes y las actitudes de respeto, de diálogo intraeclesial y con el mundo, con los que pensaban de diferente manera, buscando una Iglesia neutral desde el punto de vista político. Una Iglesia sin agresividad, sin odios ni animadversiones, basada en la aconfesionalidad de las instituciones civiles y en el cumplimiento de les leyes".
Tarancon, según el obispo Echarren, quería "una Iglesia que, en el ámbito de la Conferencia Episcopal, fuese realmente dialogante, respetuosa, incapaz de descalificar a los adversarios, generosa, comprensiva".
Por eso, como fruto de la independencia de la Iglesia y el Estado, Tarancon defendía el hecho que los políticos habían "de tener en cuenta el bien común, el bien de tota la población, porque la fe no se puede imponer a través de leyes". Por eso fue acusado a de estar ligado al PSOE. Pero Tarancon nunca apoyó al PSOE, ni a ningún otro partido, porque el cardenal valenciano quería la independencia de la Iglesia en relación al poder político.
Hombre de gran inteligencia, Tarancon sabía que existían cristianos en todos los partidos políticos. No solo en los de la derecha. Por eso el cardenal Tarancon supo escuchar y dialogar con todos, y no quiso "apadrinar" un partido democratacristinao. Así condujo a la Iglesia española del nacionalcatolicismo a la renovación del Vaticano II.
El mismo obispo Ramón Echarren (a diferencia de lo que pasaba en tiempos del cardenal Tarancon) denunciaba la actitud de la Iglesia española durante los gobiernos del PSOE, de elaborar "un discurso y una estrategia de polarización con el Estado, buscando que se legislara, no de acuerdo con la búsqueda del bien común, sino de acuerdo con el Magisterio eclesiástico".
Vicent Enrique i Tarancon fue por encima de todo un hombre de consenso y de diálogo, profundamente respetuoso con el pluralismo de la Iglesia y del Estado. Un hombre que valoraba la diversidad y las diferencias, no como un peligro, sino como un elemento que enriquecía a la sociedad y a la Iglesia.
Como ha dicho el P. Martín Patino, es una lástima que actualmente, la Iglesia española no valore ni defienda como se merece el espíritu "taranconiano".
En el libro "Vicent Enrique i Tarancon. Un cardenal per a la llibertat", coordinado por Jordi Bort y editado por el Ayuntamiento de Borriana y la Agrupació Borrianenca de Cultura, hay un texto del P. Josep Mª Soler, Abad de Montserrat, que define al cardenal Tarancon como "una voz que aún habla".
Creo que el mensaje y el espíritu que guió la vida del cardenal valenciano es actual, y que su voz y su espíritu aún hoy pueden guiar y iluminar la renovación de la Iglesia y las relaciones con el Estado, desde la concordia, el diálogo y el respeto mutuo. Como hizo el cardenal de Borriana. Un cardenal que, como Jesús de Nazaret, bendecía y nunca condenaba, por el hecho que el Evangelio siempre muestra la misericordia de un Dios que acoge, bendice y ama a todos.
Ahora es necesario que, para recordar a Tarancon, el obispado de Sogorb-Castelló, de una vez por todas, hagan realidad el Museo Tarancon, que por más paradójico que sea, está construido, pero vacío. Si el Ayuntamiento de la ciudad cumplió con el proyecto de construcción del Museo, ¿cuándo lo abrirá la diócesis?
Juanjo Enrique-Tarancon, sobrino del cardenal de Borriana, lleva ya muchos años esperando que el Museo Tarancon pueda albergar el precioso e importante legado del cardenal.
Hace unos días, incluso el P. Ángel García (Padre Ángel: “Si el cardenal Tarancón no tiene su museo es por dejadez”) se lamentaba de un Museo construido y vacío. Decía en una entrevista: "Es una pena y alguien tendrá la responsabilidad de que no se pueda visitar. Igual que hay responsables de que la Iglesia aún no le haya hecho un homenaje". Y el P. Ángel, añadía aún: "Que en su propia tierra el museo no esté abierto a uno le da pena, pero no creo que sea maldad, sino dejadez".
El Archivo Tarancon, como he comprobado personalmente, es de una gran riqueza y de una gran importancia histórica, debido a los documentos que contiene: desde conferencias, ejercicios espirituales, anotaciones (de su puño y letra) sobre el Concilio, su conferencia en el Club Siglo XXI, resúmenes de entrevistes con el papa Pablo VI, con Carrero Blanco, el príncipe Juan Carlos, los ministros Abril, Martorell, Íñigo Cavero. El Archivo contiene también la correspondencia de Tarancon con Franco, Arias Navarro, López Bravo, Antonio Garrigues, el nuncio Luigi Dadaglio....
No hace falta decir que este legado de Tarancon, que su sobrino Juanjo Enrique-Tarancon quiere ceder al Museo, sería bien acogido por las diócesis de Solsona, Oviedo, Toledo o Madrid, donde Tarancon fue obispo.
Desgraciadamente, no se entiende como el obispado de Sogorb-Castelló no abre de una vez por todas el Museo, para que pueda albergar el legado Tarancon, y así poder ser consultado y estudiado por los historiadores.
¿Habremos de lamentarnos después, si la familia del cardenal traslada el legado Tarancon fuera de Borriana?
Como decía el P. Ángel, "es de ser poco agradecido y no hay derecho a que no se reconozca a quien tanto hizo por la Iglesia".
El próximo 28 de noviembre se cumplirán 19 años de la muerte del cardenal del cambio.¿No seria una buena fecha, para que el legado del cardenal Tarancon ocupara por fin el Museo que lleva su nombre en Borriana?