dissabte, 1 de febrer del 2014

La Vida Consagrada (Religión Digital.com, 01/02/2014)

"Devuelven y restauran la dignidad de los que la han perdido"


vida consagrada
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 Mujeres y hombres que, a pesar del riesgo que corren, no abandonan nunca ni a las personas ni a los países azotados por un terremoto, inundaciones o guerra
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La teresiana Edelmira Amat

  • La teresiana Edelmira Amat
  • El hermano de San Juan de Dios, Pascual Piles
  • Carmelitas de Godelleta
  • El escolapio Francesc Mulet
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  • El escolapio Francesc Mulet
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  • El escolapio Francesc Mulet
 Cada año el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia celebra el día de la Vida Consagrada: mujeres y hombres que intentamos seguir radicalmente a Jesús, a través de los consejos evangélicos.
Las religiosas y los religiosos, las monjas y los monjes así como los miembros de los Institutos Seculares, son mujeres y hombrescon un corazón grande, muy grande, con una capacidad inmensa para amar y para servir.
Mujeres y hombres que, con sencillez, humildad y buen humor, viven dándose y dándolo todo.
Mujeres y hombres que luchan contra el mal de este mundo, para rescatar aquellos que se sienten oprimidos, olvidados o pisoteados por el poder.
Mujeres y hombres que con amor,devuelven y restauran la dignidad que han perdido tantos hermanos nuestros.
Mujeres y hombres que acogen el drama de los que no tienen trabajo, de los que pasan la noche en la calle, de los que viven sumergidos en el miedo y en la inseguridad y de los que se sienten asfixiados por la frustración y el desánimo.
Mujeres y hombres que ayudan a que nazcan nuevos sueños en los corazones cansados y abatidos.
Mujeres y hombres de fe y de oración, que hablan el lenguaje del amor y de la ternura, con la voz del silencio, de la comprensión y de la solidaridad.
Mujeres y hombres de plegaria hecha servicio y de solicitud y afecto por los más indefensos y por los más débiles.
Mujeres y hombres de corazón sencillo, sensibles al dolor, a la desesperación y al cansancio de los hermanos.
Mujeres y hombres llenos de bondad, de sencillez y de abnegación, que abren caminos de esperanza y que sueñan un mundo mejor, para así hacer realidad la utopía del Reino.
Mujeres y hombres que acogen a las víctimas de un mundo egoísta y frívolo, víctimas del desamor, de la violencia ciega y de la brutalidad de los hombres.
Mujeres y hombres con las manos siempre abiertas y los brazos dispuestos al abrazo, a la acogida, al amor.
Mujeres y hombres soñadores de esperanza y creadores de nueva vida, que retornan a la vida a los que han caído en el abismo de la droga, del alcohol, o de la ludopatía.
Mujeres y hombres con una mirada limpia, llena de ternura y de esperanza y con un corazón inmenso, como un reflejo del amor del Padre.
Mujeres y hombres sin miedo, disponibles las 24 horas del día, que con su entrega dan nueva vida y curan el alma de los que no han recibido nunca una caricia o una palabra de amor.
Mujeres y hombres que, a pesar del riesgo que corren, no abandonan nunca ni a las personas ni a los países azotados por un terremoto, inundaciones o guerra.
Mujeres y hombres que han descubierto que su vida solo tiene sentido desde el amor, expresado en el servicio a los más pobres, a los enfermos y a los ancianos, a los inmigrantes o a los presos.
Y es que nuestra sociedad quedaría paralizada y nuestro mundo quedaría bloqueado y sin alma, sin los consagrados. Como Carmen Costa y Delfina Soriano, de las Obreras de la Cruz, el agustino Domingo Canet, la salesiana Mª Isabel Espinosa, el escolapio Francesc Mulet, la Teresiana Edelmira Amat, los Hermanos de San Juan de Dios Josep Farrés i Joan Manel Quilabert, las benedictinas Teresa Forcadas, Mª Assumpció Pifarré y Montserrat Viñas, el franciscano Josep Lluís Coll, la vedruna Maria Trullols y tantos otros que con alegría y sencillez, luchan contra la injusticia, el sufrimiento o la pobreza.
¿Aún hay alguien que se pregunte para qué sirve la vida consagrada? ¿Aún hay alguien que pregunte donde se encuentra la Iglesia de Jesús? Es en estos hombres y en estas mujeres, que sostienen el mundo, donde vive Jesús, donde se encuentra Jesús.
Y es que, como dijo el papa Francisco el pasado noviembre, en la 82 asamblea general de la Unión de Superiores Generales de los Institutos Religiosos masculinos, los consagrados hemos de ser "testigos de una manera diferente de hacer, de actuar y de vivir", ya que la Vida Consagrada ha de ser "profecía del Reino".
El papa pedía a los superiores religiosos que los consagrados "sigamos al Señor de una manera profética", y que seamos "mujeres y hombres que iluminen el futuro".
Solo así seremos testigos de que, con una vida centrada en el Evangelio, es posible construir una sociedad que camine hacia el ideal fraterno de un mundo mejor.
Éste es nuestro reto. Éste es el camino a seguir como discípulos y amigos de Jesús.

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