El martes 21 de febrero TV3 emitió el programa, "El Foraster", dedicado, al monasterio benedictino de San Daniel,
una comunidad formada por seis hermanas que rebosan la alegría que nace
de una vida llena de Dios. Son seis monjas benedictinas que viven en
este histórico monasterio situado en el Valle de San Daniel, en las
inmediaciones de Girona. Seis hermanas que habitan este cenobio que ha
celebrado mil años de presencia benedictina.
El monasterio de San Daniel está muy relacionado con el de Montserrat,
no solo por el hecho de ser dos comunidades que siguen la Regla de San
Benito (con lo que esto conlleva de fraternidad), sino también porqué
dos mojas de San Daniel y dos de Montserrat son hermanos. Además un
monje de Montserrat es el asistente de la Federación Catalano-Balear de
las benedictinas.
Hace unos años, del 1 al 4 de abril de 2014, tuve la alegría de
acompañar a la comunidad de benedictinas de San Daniel, en Girona, en
los ejercicios espirituales. Esos días de oración y de silencio, de
reflexión y de diálogo, de compartir las comidas y la recreación con las
monjas, fueron para mí un tiempo de Dios. Conviviendo esos días
con las benedictinas de San Daniel, pude comprobar, una vez más, la
solicitud hecha servicio, en unas mujeres abnegadas y llenas de aquella
esperanza que les hace divisar el horizonte y los hombres, con una
mirada nueva y con unos ojos limpios. Una esperanza que hace que estas
monjas vivan con alegría y con paz.
Las benedictinas de San Daniel son unas mujeres enraizadas en el Evangelio y guiadas por el Espíritu.
Mujeres que, superando las inercias de la vida, han descubierto el Dios
de la libertad que nos hace libres. Mujeres que sin renunciar al
pasado, pero sin el peso de la nostalgia, viven el presente y se abren a
un futuro que siempre está en las manos de Dios.
Las benedictinas de San Daniel son mujeres que con un corazón pobre,
se dejan interpelar por la Palabra de Dios, a la luz de la cual aceptan
revisar sus vidas y sus actos. Desde la Priora Mª Assumpció, pasando
por las hermanas Mª Àngels, Mercè, Mª Rosa Mª Assumpta i Mª Nativitat,
las seis monjas de San Daniel son mujeres que, saliendo de ellas mismas,
caminan con confianza.
Son mujeres incapaces de alegrarse ellas solas, ya que la alegría
siempre ha de ser compartida. Son mujeres que comparten y hacen suyas
las desgracias y el dolor de nuestro mundo. Mujeres con un corazón
dulce, tenaz y paciente, que saben soportar la noche y la aridez en la
vivencia de la fe, sin aflojar ni abandonar nunca la siembra de la Buena
Nueva. Mujeres orantes que como los juncos, saben doblegarse sin romperse,
y en medio de las tinieblas y de las pruebas de la vida saben
transmitir la luz del Resucitado que ellas acogen con amor. Son mujeres
de una fe perseverante y fiel, que cada día aprenden a perdonar, a
perdonarse y a pedir perdón. Son mujeres que saben que solo las
bienaventuranzas nos hacen entrar en el mundo de Dios, en la familia de
Dios, el Pader que nos hace a todos hermanos.
Las benedictinas de San Daniel, como los pequeños del Reino, huyen de
la autosuficiencia y del orgullo, que bloquean la amistad con Dios y
con los hombres. Y por eso viven la autentica alegría, que se manifiesta
en la paz del corazón, en la acogida de huéspedes y en el trabajo, en
la serenidad y en la disponibilidad, abiertas a nustro mundo.
Se ha dicho con frecuencia que la desesperación no es no tener nada,
sino no esperar nada. Y por eso un pequeño cambio en nosotros o en los
otros, es siempre signo de esperanza. En un mundo donde no hay lugar
para el amor y para el perdón, con tantos miedos, cansancios o fracasos,
y donde la ilusión se va perdiendo con el paso de los años, las monjas de San Daniel han sido a lo largo de mil años, signos de esperanza.
También se ha dicho que el amor es la fuerza que mueve a los
discípulos de Jesús. Pero al mismo tiempo es una larga paciencia. Por
eso la esperanza es lenta, pero a la vez és eficazmente la fuerza que
mueve a estas mujeres.
En un mundo con tantas tristezas, tensiones y violencias, las benedictinas de San Daniel nos hacen ver que la autentica alegría nace del amor.
Por eso estas mujeres nos enseñan que solo el amor puede vencer la
aridez y el desánimo de nuestro mundo. Y que la generosidad es siempre
fruto de una fe sencilla y confiada.
Las benedictinas de San Daniel, a lo largo de mil años, han
impregnado de oración y de amor, las piedras milenarias de este
monasterio y de este valle tan querido. Por eso este monasterio y estas
monjas han sido y continúan siendo, lugar de perdón, de esperanza y de
paz.
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