divendres, 18 de setembre del 2020

Sant Pere de les Puel.les (RELIGIÓN DIGITAL, 14/09/2020)

 El pasado 6 de mayo se cumplieron 75 años de la consagración de la iglesia del actual monasterio de Sant Pere de les Puel·les, en Barcelona y el 16 de junio, las benedictinas (que ahora viven en el cenobio de la calle Anglí) conmemoraron 1075 años de la consagración de la primitiva iglesia que tenía esta comunidad tan querida. Ya en el acta de consagración de la iglesia antigua hay una referencia al nombre de su abadesa, Adelaida, que la tradición considera hija del conde Sunyer.

Entrar en el monasterio de Sant Pere de les Puel·les, una comunidad de monjas benedictinas presentes en Barcelona desde el año 945, es introducirnos en un espacio empapado de oración y de trabajo, de silencio, de acogida fraterna y de compromiso con el pueblo.

Las benedictinas de Sant Pere, con una tradición de más de mil años en la ciudad de Barcelona, es un espacio donde el Espíritu va trabajando a unas mujeres que, siguiendo la Regla de San Benito, viven el Evangelio, para así ir construyendo cada día una comunidad viva y enraizada en la tierra. Lo pude comprobar cuando hace unos meses acompañé a estas hermanas en un retiro. Y también lo comprobamos siempre que nos sentimos tan fraternalmente acogidos por estas hermanas.

Estas monjas, con un talante marcado por la gratuidad y la generosidad, por la alegría y el amor solícito, son unas mujeres que, a través de la oración, reavivan, recrean y renuevan cada día la esperanza, un don precioso de la Iglesia, que nace y que crece de la experiencia personal con Jesús. Y es con la esperanza, que estas mujeres saben arriesgar, caminar y avanzar en medio de la noche, con valentía y osadía evangélica, con la paz en el corazón y el compromiso con los más desvalidos de la sociedad, para vivir así, abiertas a la novedad del Espíritu que todo lo hace nuevo.

Creo que las benedictinas del monasterio de Sant Pere, una comunidad abierta a nuestro mundo y enraizada en nuestro país, son, como dijo el papa de los jóvenes en su viaje a Tailandia, “el terreno fértil y nuevo que Dios regala” a la Iglesia y a nuestra sociedad.

on la abadesa Esperança Atarés al frente de esta comunidad milenaria y con la acogida, siempre solícita y fraterna de estas monjas, este monasterio es un espacio abierto al mundo, ya que monjes y religiosas, presbíteros, seminaristas o laicos, podemos compartir con ellas la belleza de la fraternidad y el gozo que impregna a estas mujeres.

Aunque la tradición sitúa a Sant Pere de les Puel·les en el siglo IX, el monasterio fue fundado bajo la protección de los condes de Barcelona, Sunyer y Riquilda, en el siglo X. Hasta el siglo XIII el monasterio estaba fuera de las murallas de Barcelona.

Finalmente las benedictinas de Sant Pere, que dejaron el primitivo monasterio, se trasladaron al barrio de Sarrià, donde están presentes desde el 13 de agosto de 1879. Estas monjas benedictinas siempre abiertas al viento del Espíritu, que hace de ellas unas mujeres con los brazos, las mentes y los corazones abiertos a todos los que se acercan a esta comunidad tan querida, son como una semilla de esperanza. El trabajo y la oración, en un ritmo marcado por la Regla de San Benito, y que acoge a los huéspedes con solicitud y amor, hace de esta comunidad, tan querida, un espacio de paz y de esperanza, que ilumina la noche de tantas personas que se acercan a este monasterio benedictino.

Este año las monjas de Sant Pere están de fiesta, ya que el mes de junio celebraron 1075 años que el obispo de Barcelona, Guilarà, consagró la primitiva iglesia que acogió la primera comunidad femenina de tradición benedictina que existió en Barcelona y que está presente en la ciudad condal de manera ininterrumpida.

Pero además, el 16 de junio conmemoraron 75 años de la dedicación de la actual iglesia del nuevo monasterio, situado en la calle Anglí de la ciudad condal, donde estas monjas benedictinas viven en comunión con toda la Iglesia y con nuestro mundo. Y estos dos aniversarios, evidentemente, nos son un motivo de acción de gracias a Dios, que continua derramando su amor por medio de estas mojas. Y aunque, debido a la pandemia del Covid-19, se ha aplazó la celebración más abierta de estas dos efemérides, nos uninos con gozo a estas hermanas nuestras, a la vez que damos gracias a Dios por la vida de estas mujeres, una vida de fidelidad y de entrega a Dios que las llamó a compartir sus vidas en una aventura apasionante: ser testigos del amor.

Monasterio actual de Sant Pere

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