dilluns, 30 de març del 2020

"Don Miguel siempre tenía las puertas abiertas para todos" (RELIGIÓN DIGITAL, 30/03/2020)

Es así como lo conocíamos en l’Alcúdia y aun ahora, después de muchos años que dejó su ministerio presbiteral en mi pueblo, todavía hablábamos así de él, con afecto y agradecimiento. Miguel Díaz Valle era un sacerdote que tuvo su primer destino pastoral en mi pueblo, a finales de los años sesenta. Compañero de promoción del cardenal Cañizares, D. Miguel, que nació en Utiel el 1943, estudió la filosofía y la teología en el Seminario de València y después de ser ordenado, fue enviado a l’Alcúdia como vicario de D. Vicent Aranda, el cura párroco de mi pueblo desde hacía muchos años.
D. Miguel, un sacerdote joven y lleno de entusiasmo, llegó a l’Alcúdia el 1969, con la maleta cargada de los aires renovadores del Concilio Vaticano II. Con una mentalidad abierta, en una Iglesia valenciana todavía inmersa en la oscuridad del nacionalcatolicismo, D. Miguel fue para los alcudianos como un aire fresco y renovador. Recuerdo que era la primera vez que veíamos a un sacerdote con clergyman, aquella tira blanca que en aquel tiempo llevaban los sacerdotes más “progres”, porque antes de él los curas párrocos y los vicarios iban con sotana. Y también era la primera vez que veíamos a un sacerdote “moderno”, que iba al bar a tomar un café o una cerveza con los jóvenes y los matrimonios.
D. Miguel, que nos dejó este domingo pasado por la noche para ir a la casa del Padre, actualmente era cura de la parroquia del Santo Ángel Custodio, de València, además de vicario episcopal de la Vicaria II.
Delgado como una escoba, divertido y cercano, con un gran sentido del humor, D. Miguel comenzó a renovar la vida parroquial de l’Alcúdia, formando grupos de oración y de revisión de vida. Los que éramos jóvenes en aquel momento, veíamos en D. Miguel una sacerdote nada rígido ni caraca, sino todo lo contrario, muy abierto, afable, acogedor, que amaba i se hacía querer. Su casa, la última (o la primera según se mire) de la calle de l’Empedrat de l’Alcúdia, siempre tenía las puertas abiertas para todos. Y era allí donde nos reuníamos, bajo la mirada amable de la madre de D. Miguel que nos acogía encantada.
Los que éramos jóvenes aquellos años sesenta y setenta y frecuentábamos la parroquia, fuimos creciendo en la fe de una manera nueva de la mano de D. Miguel, que era un sacerdote que nos acogía con cariño, nos acompañaba y nos animaba a ser de verdad, discípulos de Jesús.
Va ser D. Miguel el alma de un grupo parroquial al cual yo pertenecía, con Mª Teresa y Pepe, Dèlia, Amparo, Vicenta, Paco, Oreto, Juan y Mercedes, Isabel, Carmela, Fina y Bernat, Edelmira, Antoni....que juntos nos reuníamos con él para profundizar nuestra fe y celebrar la Eucaristía de una manera más íntima y más participativa, en casa de alguno de nosotros.
D. Miguel hizo una parroquia más viva, más dinámica y más comprometida, a pesar de las incomprensiones del párroco de l’Alcúdia, un hombre bueno pero con una visión muy conservadora de la Iglesia. Recuerdo la reprimenda que tuvo que sufrir, porque la noche del jueves santo, en la iglesia, hicimos el Via Crucis del libro de Michel Quoist. D. Miguel abrió puertas y ventanas para que la Iglesia entrara en el aggiornamento, tan necesario.
D. Miguel sabía escuchar pacientemente y animar a todos los que se le acercaban a él. Por eso cuando dejó l’Alcúdia, en ser trasladado a la parroquia de Sumacàrcer, todos valoramos aun más su labor pastoral, siempre tan humana y cercana.
A pesar de que provenía de Utiel, zona castellanoparlante del País Valenciano y de que en el Seminario toda su formación fue en castellano, D. Miguel, cuando llegó a l’Alcúdia, enseguida comenzó a hablar en valenciano, integrándose plenamente en nuestro pueblo. Además, fue él quien comenzó a celebrar la misa en valenciano, cada domingo por la mañana. Durante la Transición, también nos cedió el salón parroquial para actos culturales y en defensa de la democracia y de la libertad, cosa que le causó diversos problemas con el párroco.
Fruto de nuestra gran amistad, D. Miguel vino a Montserrat el día de mi profesión solemne y el de la ordenación presbiteral y también, en l’Alcúdia, a mi primera misa.
Ahora el buen Dios, el Dios del amor y de la vida ya se ha llevado con Él al querido D. Miguel, que ya celebra la Pascua, y que seguro que mirará a su primera parroquia y a todos los alcudianos, con amor.
Fallecimiento
El sacerdote valenciano Miguel Díaz Valle, vicario episcopal territorial de la vicaría II, ha fallecido a última hora de esta tarde a los 76 años de edad en el Hospital Casa de Salud, de Valencia.

Natural de la localidad valenciana de Utiel, Miguel Díaz había recibido la ordenación sacerdotal en Valencia en 1969.

En la actualidad, era titular de la parroquia Santo Angel Custodio de Valencia desde 2004. Formaba parte del Consejo presbiteral desde 2014 y fue miembro también del Consejo Diocesano de Pastoral.

Con anterioridad, entre otros destinos pastorales, Miguel Díaz fue párroco de Nuestra Señora del Don, en Alfafar, desde 1990 a 2004, y arcipreste de Catarroja.
El sacerdote valenciano Miguel Díaz, vicario episcopal de la vicaría II
El sacerdote valenciano Miguel Díaz, vicario episcopal de la vicaría II

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